30 ago 2011

Presente y pasado reciente (Mi crisis masculina 3)


Hace poco más de 4 años me separe de quién era mi esposa y cometía algunos errores durante ese proceso. El primero de ellos fue quejarme de todo aquello que no hice y de lo que deje de hacer a partir de que vivimos nuestra relación. La reacción natural de parte de varias personas a mi alrededor fue decir que había sido lo mejor que hubiera hecho, otros, incluso, llegaron a comentar que lo mejor fue haber dejado a tras esa relación donde no podía ser yo mismo. Me hubiera gustado más que la gente escuchará, no solo lo que había dejado de lado sino que siempre dije que había sido mi decisión, que ella nunca me forzó a cambiar nada si lo hice fue porque yo lo elegí y no porque me obligarán. Su pongo que es natural que no lo escucharán cuando estamos acostumbrados a que, al terminar una relación, uno de los dos o ambos se lleguen a quejar de lo que vivieron en esa relación.

Quizás si fuéramos más comprensivos con cada una de nuestras relaciones no tendríamos porque quejarnos de ella una vez que terminamos, cada uno de nosotros debería ser capaz de asumir la parte de culpa que le corresponde por el término de una relación y, así, no quejarse ni tratar de humillar, desprestigiar, desvalorizar y un sinnúmero de etcéteras, a nuestra ex pareja. Claro, esto sería mucho más fácil de llevar a cabo cuando la relación terminará de mutuo acuerdo, pero cuando uno de los dos termina sin que el otro lo espere no es fácil, y tampoco creo que se desee, tratar de evitar hablar mal de la otra persona. Quizás es lo único de lo que me arrepiento al haber terminado con mi ex, que al haber sido tan intempestivo el fin de la relación, no había razones claras que permitieran compartir la culpa entre ambos, decir que son errores que cometí fue quedarme muy corto, si los hubiera especificado………………. El hubiera no existe, espero que, ya ahora, ella haya podido encontrar alguna razón que le ayude a entender los errores que ella pudo haber cometido. Yo no fui capaz de encontrarlos, solo vi los mios.

Hoy en día en una nueva relación estable y con un nuevo futuro me siento que, quizás, podría estar repitiendo errores similares a los que yo cometí en mi relación pasada, ese fue una de las tantas razones que me llevo a tomar terapia hace más de un año, quería vivir algo distinto en mi relación, ya venía observando patrones similares y me daba cuenta del miedo que tenía a estar solo. Reconocer que eso me llevo a elegir a mi pareja actual no fue difícil, recuerdo a mi terapeuta que me decía que dejará de mirar al pasado, que me centrará en mi presente y si, tenía razón. Si lo que quiero es vivir una vida diferente, una relación de pareja diferente debo de centrarme en lo que deseo hacer ahora.

Si le dijera a ella, a mi pareja actual, que no deseo continuar la relación porque no me siento capaz de ser “el hombre de la casa” porque ese papel no me gusta, que deseo ser quien pueda compartir gastos por igual, incluso que no me importa que gane más que yo. Si pudiera decirle que mi relación anterior la termine porque no quería seguir haciéndome cargo de una casa y que no deseaba hacer pasar a una mujer por esa situación donde ella tuviera que encargarse de todo. No lo he dicho por que, después de todo, a ella ya le toco hacerse cargo de la casa mientras yo no tenía trabajo y sé que no le fue fácil hacerlo pues sus expectativas eran otras y, sin embargo, sigue aquí.

Ahora que ya tengo un trabajo donde obtengo dinero de manera más estable, no como ella quiere, o quizás si, nunca se lo he preguntado; siento que las cosas pueden ir mejorando. Se que alguna vez me dijo que le gustaría saber que se siente no estar a cargo de la responsabilidad de una casa o de ella misma, desde que la conozco siempre ha sido la encargada de llevar dinero a su hogar, tanto viviendo sola como cuando estuvo casada con su ex, no se si llegue el momento en que esto ocurra, desconozco si terminaré haciéndome cargo de todos los gastos de la casa, pero se que este cambio nos ha ayudado a ambos.

Recuerdo que mi ex, en algún momento de nuestra relación, me dijo que ella esperaba que la cuidara más, que la protegiera más, que tuviera un comportamiento más tradicional de hombre, pero reconoció que eso no era posible y aún así siguió conmigo. Ahora vivo algo similar, no relacionado con el comportamiento (¿o si?), pero si con las costumbres, ella ya sabe que no me gustaría hacerme cargo totalmente de los gastos de una casa y aún así sigue conmigo.

En efecto, no debería de seguir volteando al pasado, debo ver mi presente y más ahora que esto se convierte en algo más formal, mi reacción ante o que viene, puede ser miedo al compromiso a repetir errores, a muchas cosas pero, hasta el día de hoy, nunca he dejado que el miedo me paralice.

26 ago 2011

El príncipe que quise ser (Mi crisis masculina 2)

Ver el pasado e intentar modificarlo, en ocasiones, nos aleja mucho de la realidad. Cuando veo cada una de las entradas que escribo en este blog, miro la manera de expresarme y pienso que cada situación habla de mi, pero no siempre se escucha así.

Quisiera pensar que, en efecto, hay más de un hombre que se siente en una situación similar a la mía. Me gustaría escuchar o leer a alguien que pudiera decir cosas similares a las siguientes.

Yo siempre he pagado la cuenta en la primera cita por miedo al rechazo. Si, soy un caballero pero eso no me obliga a hacer cosas para intentar agradar a alguien más. Pareciera que mi postura de ser hombre siempre esta apegada a un rol del cual, si me salgo de el, no seré aceptado por la sociedad. No me es difícil mostrar fortaleza ante los demás, pero me es difícil reconocer que esta no siempre es real.

Recuerdo que con mi ex esposa en alguna ocasión me reclamo mi falta de celos y mi carácter débil. En ocasiones esperaba que le reclamara, aún no tengo claro en que tono, a otro hombre el que la mirará, no le pusiera atención o simplemente le hiciera algo que le desagradará. Eso fue una discusión que me abrió mucho el panorama de cómo soy. Si, quizás no tengo el carácter fuerte y explosivo que caracteriza a muchos hombres pero no por eso soy débil o es fácil aprovecharse de mi. Ella me decía que esperaba que yo la protegiera más, pero quizás no sería así. Es verdad, no soy el hombre que suele pelear por el orgullo de su dama, no soy aquel príncipe o caballero (ambos términos feudales, por cierto) que limpiara el honor y orgullo de su dama o de su hogar. Sin embargo creo que en ocasiones, al iniciar una relación me muestro así.

Creo que la razón por la que mi círculo principal de amistades son mujeres es por lo que muestro al comenzar a desenvolverme. Aparece un hombre cálido, tierno, comprensivo pero la parte difícil es mantener ese comportamiento. Hasta hace muy poco, en terapia, caí en cuenta que esto solo lo hago con el fin de agradar, acercaba a las personas con el fin de sentirme protegido, acompañado, no sentirme solo. Si mostraba una característica diferente de cualquier otro hombre resultaba ser el mejor amigo para algunas mujeres y yo me quedaba como el amigo que nunca sería novio de su amiga.

En más de una ocasión me hice amigo de aquellas chicas que me gustaban, no sabía conquistar a una mujer y creo que, hasta la fecha aún no lo sé hacer. Busco que se den ciertas condiciones y aprovecho algunos momentos pero hacer todo un plan de conquista me es muy difícil.

He querido comportarme como ese hombre protector que muchos quizás ven en un principio en mi, he deseado poder ser ese caballero que sabe consentir a su pareja con un detalle diario para mantener una relación continua y que se nutre a cada momento. Pero a veces me es muy difícil.

A los hombres nos enseñan a no mostrar debilidad ante más de una situación, ¿cómo decirle a una persona que, lo que estamos viviendo, a veces me resulta pesado y difícil de sostener? En ocasiones me pesa sostener los gastos de una casa, tener que estar quedando bien con alguien diariamente por miedo a que me deje o por que pueda pensar que ya no la quiero o ya no la amo.

Si algo he aprendido es hacerme responsable de lo que cada uno hace y si algo me quedo claro en terapia y en una de mis últimas lecturas es que todos nos unimos en pareja para intentar cubrir las deficiencias emocionales que muchas veces tenemos. Ya lo veo claramente y si, reconozco que siempre he actuado para mostrar a una príncipe que rescatará a su pareja, siempre quise ser ese modelo de hombre, aunque a veces también espera que alguien me rescatará de ese papel. Hoy ya no deseo rescatar y ser rescatado, deseo que mi relación sea más equilibrada y que ambos caminemos sin tener que estar sosteniendo al otro, solo acompañándolo ¿Se podrá?

24 ago 2011

El príncipe valiente


Para describir las relaciones de pareja se pueden usar diferentes metáforas, una de las comunes suele ser la de los cuentos de hadas, aquellas que describen a la princesa o plebeya que espera encontrar al príncipe azul que la rescate o la lleve a esa relación en la que vivirán “felices para siempre”. He visto que se analiza mucho el papel de la mujer dentro de los cuentos de hadas, pero no conozco un trabajo que haga lo mismo con el papel del hombre.

Pensando en el hombre en esta representación del príncipe de cuento de hadas vemos que dentro de estas historias el hombre siempre tiene que hacer gala de sus rasgos más viriles para lograr no solo conquistar a la mujer sino terminar desposándola. Para poder hacer la comparación entre el cuento y la vida cotidiana, comenzaré por analizar la premisa de la historia. Si pensamos que el hombre que tiene que conquistar a la mujer es un príncipe, tenemos que la figura masculina posee ya un estatus, es decir, posee las características adecuadas para causar admiración, ya sea por la posición económica que tiene o por la posición de poder en la que se encuentra o ambas. Los príncipes modernos, para llamar la atención de la mujer, quizás ya no tienen un castillo enorme, pueden tener un pent-house, un auto (no importa el modelo) un trabajo que de un reconocimiento o la posibilidad de mostrarse superiores ante cualquier otra persona, en pocas palabras, un hombre debe de tener motivos por los cuales presumir y dar pie a sentirse admirado. Claro que deberá mostrar estas características el mayor número de veces que pueda, actualmente lo hacemos pagando la cuenta de los lugares a los que invitamos a salir a la pareja (como buenos caballeros), si estamos con otros de nuestros amigos incluso ellos colaboran a mostrar que podemos ser muy buenos para desempeñar algunas actividades por los que ellos nos admiran y respetan, es decir con todo ello nos empoderamos con una posición de poder y si, muchas veces nos colocamos en un nivel de superioridad.

Cómo buenos príncipes debemos ser capaces de poder enfrentar y manejar todas las situaciones que se nos presenten, desde pelear con otro hombre, con un animal o con un dragón, cualquier acción que pueda reforzar y enaltecer nuestra virilidad y masculinidad será propicia para causar el efecto de admiración que buscamos en la mujer. Actualmente no hay dragones, pero siempre buscamos el modo de mostrarle a le mujer que ella será capaz de contar con nosotros en todo aquello que necesite, que podemos protegerla de cualquier peligro y que la defenderemos, hasta las últimas consecuencias, de todo aquel que ose ofenderla.

Cuando un hombre se sabe y se siente admirado, en entonces que comienza a desarrollar una atracción hacía la mujer, misma que muchas veces es correspondida. Actualmente aún hay algunos espacios en nuestra sociedad que buscan mantener este esquema donde el hombre es fuerte y valiente, como buen príncipe. Pero hay un lado de la historia que aún nos falta por analizar.

El príncipe que es capaz de mostrar su hombría de príncipe valiente tiene, al menos en los cuentos, su vida ya resuelta, no tiene que buscar casa, no tiene que buscar trabajo, pues su posición económica y estatus le permiten tener todas estas complicaciones ya resueltas. Sentimentalmente se encuentra fuertemente ligado al lecho familiar, del cual no sale hasta el momento en que se casa. En varios casos se le permite la libertad que la mujer no tiene, viajes y salidas que una mujer no haría y relaciones ocasionales que se guardan como secreto con el fin de que llegue la mujer indicada para él.

En la actualidad los hombres aún buscamos ser ese príncipe valiente que ayude y proteja a la mujer que amamos o a la que deseamos amar. Ya sea que busquemos ser admirados mostrando nuestra hombría con algún acto valiente, agresivo, osado o mostrado nuestro poder económico o bien, mostrando que, aunque no seamos agresivos podemos dar esa seguridad y tranquilidad que la mujer “necesita”.

Si, como hombres nos tenemos que sentir y saber admirados para que la atracción que tengamos hacia otra mujer sea concreta y correspondida, es decir podamos saber que estaremos con esa mujer y ella con nosotros. El detalle con esta situación es que a veces a nosotros como hombres nos da pie a tener relaciones de pareja con quienes nos admiran por lo que proyectamos, creyendo incluso nosotros mismos que solo somos esa proyección del príncipe valiente, encantador y azul, por lo que podemos tener una o varias relaciones guiados por esta afá de admiración. Se diría que tenemos que reforzar nuestra virilidad con tantas relaciones, pero va más allá de ello, necesitamos reforzar nuestra seguridad interior, nuestra seguridad personal que fortalece nuestra autoestima.

Habrá que ser honesto, como hombres no estamos preparados para llevar el papel del príncipe, se nos ha ofrecido un reino para el cual no se nos ha enseñado como conducir y en la actualidad ese papel esta en desuso, tenemos que aprender un nuevo rol.

Podría ampliar aún más este tema y quizás lo haga más adelante pero esto es un blog, no un libro. ¿Qué mas detalles podrían dar acerca de los hombres que se creen príncipes de cuentos de hadas?

22 ago 2011

Crisis y oportunidad


Mientras cursaba la universidad fue cuando más consciente estaba de cambios en mi comportamiento que no se ajustaban a los parámetros tradicionales de un hombre, tenía poco más de 20 años y ya desde entonces había comenzado a interesarme por diferentes disciplinas de carácter espiritual. No profundizaba mucho en ellas, pero buscaba la manera de aplicarlas en mi vida cotidiana, entre lo que escuchaba de ellas estaba el uso del sexo y la doble moral que existía entre algunos de los maestros o guías que me tocaban. Ellos decían que el sexo era una manera de gastar la energía, que tendríamos que aprender a guardarla. Pero llegue a conocerlos como hombres y no como seres divinos pues, mientras transmitían estas enseñanzas, en su vida privada la ejercían de muy distintas formas, ya fuera con culpa o con abuso. Para mí no demeritaba sus enseñanzas, uno puede saber mucho y transmitir adecuadamente ese conocimiento, pero pocos son congruentes ante él. Aprendía lo que debía tanto aquello que se podía imitar y lo que no.

Los temas espirituales me daban una oportunidad de enriquecer mi vida sin necesidad del sexo o una compañía estable, para entonces mis relaciones sexuales se contaban con el dedo de una mano y mi relación de pareja más larga había sido de poco más de un año, aunque hubiera preferido terminarla 6 meses antes, pero no sabía cómo hacerlo. Nunca he sabido terminar una relación por ser infiel, o al revés, ser infiel para terminar una relación, creo que lo que más he disfrutado en ese sentido es el saber que tengo la libertad para volver a estar conmigo sin que me acompañe alguien.

Mi relación más larga se había dado con una chica 4 años más pequeña que yo. Para entonces mi nivel autoestima se reflejaba en mis relaciones de pareja por lo que buscaba no tenerlas para no mostrar el estado de soledad e inseguridad en que me encontraba. En otras acciones y en otros terrenos, académico, espiritual o familiar, podía mostrarme muy seguro pues no comprometía ni exponía en ningún momento mis emociones o sentimientos, ni siquiera para mí mismo, así pasaron más de 3 años sin que yo tuviera una pareja sin que, aparentemente, tampoco lo necesitara. El día que note el tiempo que había pasado desde mi última relación fue una impresión muy fuerte. Ese día hice algo que nunca pensé hacer. Muchas veces he notado que, principalmente en las mujeres, se dan los comentarios en que se expresa que, si no encuentran pareja se convertirían en lesbianas; por el contrario en muy pocas y contadas ocasiones he escuchado decir que un hombre, si no encuentra pareja, se convertiría en gay. Supongo que nuestra costumbre cultural ante la figura masculina da pie a que esto no se hable. Sin embargo son muchos los casos que llegue a escuchar y, en ocasiones a ver, de un hombre que en estado de ebriedad podía caer en una homosexualidad, reprimida u ocasional, ante algún amigo o conocido cercano a él. El día que hice consciencia que llevaba 3 años solo un primo, que en ese momento vivía su vida como gay (actualmente es bisexual), me invito a que lo acompañara a ver a su novio en un antro de la zona rosa. Nunca había ido a uno y necesitaba recuperarme del shock que vivía, así que accedí.

Así como lo describí en la entrada anterior cuando una amiga necesitaba sentirse atraída por un hombre para reafirmar su seguridad y saber que podría rehacer su vida, la noche que acompañe a mi primo yo necesitaba algo similar, aunque no sabía que lo estaba buscando. Esto también he visto que le sucede a muchos hombres reafirman su personalidad, o masculinidad, a través de tener muchas relaciones, cuando a veces lo que necesitamos es solo una para entender hacía donde podemos ir, bastaría con que encontráramos una sola experiencia que nos hiciera sentir vivo para darle un nuevo sentido a nuestras vidas, una experiencia cumbre que nos permitiera retomar nuestra vida. Esa noche la viví, aunque no sabía que la necesitará.

Esa noche explore la parte homosexual que existe en cada uno de nosotros, no sabía que fuera capaz de atraer a un hombre por que nunca lo había considerado, hasta mi primo estaba sorprendido pues tampoco lo esperaba de mi. Necesitaba conocer y llegar hasta una parte de mí que nunca había considerado para continuar con mi vida. Además de la conquista ocasional, (la primera que tenía en mi vida, por cierto) que tuve con un hombre, que se ocultaba en el nombre y vestimenta de mujer vino acompañada a la par de una mujer que me pedía, sutilmente, estar con ella para darle celos a un hombre al que amaba y que era gay. Nunca me había sentido tan solicitado como esa noche. Sabía, por lo que había aprendido y conocido previamente, que cada uno de nosotros carga una energía masculina y femenina y que somos capaces de expresarla como la necesitemos, que se manifiesta, también, en deseos y atracciones sexuales pero nunca lo había experimentado. Esa noche descubría que la homosexualidad si, estaba presente en cada uno de nosotros, pero que no todos queremos o podemos expresarla, es una elección que tenemos como parte de nuestra vida. La conocí, la disfrute pero no la adopte.

Me parece que, a partir de ese día, mi concepto de pareja cambio. Descubrí que todo aquello por lo que sufren los heterosexuales en sus relaciones de pareja, son las mismas razones por las que sufren los homosexuales, los mismos juegos de poder y los mismos estereotipos de pareja que nuestra sociedad nos ha enseñado.

Comencé un nuevo tipo de relación distinta de pareja y fue entonces que descubrí que, así como en algunas mujeres existe un comportamiento de “princesa de cuento de hadas que desea ser rescatada”, en los hombres existe lo que yo llame, el “síndrome del príncipe valiente”.

16 ago 2011

Mi crisis masculina

Comencé a notar que era un hombre diferente desde mi adolescencia. Mis amigos acostumbraban a conquistar mujeres sin darles una importancia trascendental a cada una de las relaciones que iniciaban. Yo observaba. Me llamaba la atención las miradas que lanzaban hacía las mujeres. Si bien me sentía atraído también por ellas no comprendía porque tenía que expresarse con esas miradas con esos comportamientos. En ese sentido yo era muy simple y aburrido en mis relaciones, si bien tampoco eran nada trascendental no se comparaban en el número que tenían mis amistades.

Desde entonces me gustaba observar lo que pasaba a mi alrededor, por la calle veía lo que otros hombres hacían al ver a una mujer, la manera en la que miraban como reaccionaban. Podía entender la atracción pero no la reacción. ¿Qué los hacía reaccionar así? Quizás si mi círculo de amistades masculinas se hubiera mantenido tendría la posibilidad comportarme de una manera similar, fue justo eso lo que me hizo alejarme de esas amistades. Al desaprobar sus conductas me aleje de amigos hombres con el fin de no ser igual que ellos. Me aburría hablar solo de mujeres, conquistas y cosas similares. El único tema estándar que aún manejo para cuando llego a tratar con hombres a quienes comienzo a conocer es el futbol.

En ese aislamiento masculino, mi círculo de amistades femeninas creció y se convirtió en el principal. No fue sino hasta la universidad que comencé a tener relaciones más continuas era una reacción ext6raña, alguien me encantaba o me sentía conectado con ella. Es como si por un momento todo se diera para que esa conexión fuera percibida tanto por ellas como por mí y la relación comenzaba en ese mismo momento. Recuerdo que en una ocasión, no sé como una amiga y yo terminamos en mi casa con una compañera de clase a la que no ubicaba del todo. Algo sucedió un instante antes de salir pero en menos de 15 minutos éramos ya una pareja.

Unas semanas después conocía a una chica en otro estado, después de unas cuantas horas juntos hubo una conexión y una nueva relación comenzaba, a mi regreso a la universidad termine a mi pareja de la universidad con cualquier pretexto absurdo con la idea de no tener dos relaciones al mismo tiempo. Desde ese entonces notaba la facilidad con la que uno podía encontrar una pareja y si, también como uno puede ser infiel.

Como mi pareja vivía en otro estado no nos veíamos continuamente solo cada 15 días o cada mes. En una de las semanas que no nos vimos otras de mis compañeras de la carrera tuvo un conflicto con quien había sido su novio durante casi 3 años. Recuerdo que con ella note que el ser vulnerable abre las puertas de la empatía, uno necesita ser escuchado y escuchar. Hablamos, me conto lo que había sucedido y lo que estaba pasando. En algún punto de todo esto comenzamos a besarnos. No sucedió nada más allá de lo que conocemos popularmente como un faje.

Platicamos lo que había ocurrido, ella no quería iniciar otra relación, en realidad no sabía lo que quería después de haber terminado con su pareja. Pero necesitaba sentir que podía volver a ser atractiva para otro hombre, necesitaba una esperanza. Recordé el comportamiento de mis amigos ante escenarios similares, los comentarios que hacían ante esos casos y la manera en que manipulaban la situación para tener alguna ventaja en beneficio personal o solo para sentir que habían tenido una conquista o para terminar teniendo sexo con ellas. 

Ese fue el punto donde comencé a verme como hombre diferente, pero no veía que en ese momento podía haber sido infiel, mi concepto de infidelidad no se ajustaba al parámetro tradicional, no había llegado a la cama con ella pero tampoco estaba iniciando otra relación, es por eso que no le di mayor importancia.

Con el paso del tiempo vinieron otras situaciones que me confrontaron más con la parte masculina que yo venía rechazando. Se las iré contando en esta serie.

12 ago 2011

"Las cuentas del amor" de Eda Lorna

En este libro la autora nos lleva a conocer las razones emocionales que pueden ocasionar conflictos al hacer cuentas dentro de ella. Estas cuentas van más allá del dinero, aunque este es un detonante y un factor que puede ocultar otros problemas, se trata de la valoración y el reconocimiento que cada uno de nosotros tenemos y como lo manifestamos en cada una de nuestras relaciones.

En el texto se explica que la construcción de lo que cada uno de nosotros es, en el terreno emocional, depende de la educación que tuvimos al interior de nuestra familia y, aunque no lo notemos, está fuertemente influenciada por la manera en que nos enseñaron a relacionarnos con el dinero. Tanto tienes, tanto es lo que vales. El poseer bienes, dinero, comodidades, etc., influirá en la valoración que haremos de nosotros mismos. La manera en que hemos aprendido a dar y recibir reflejamos como convivimos en cada una de nuestras relaciones.

Cuando iniciamos una relación nunca pensamos en establecer un acuerdo de cómo llevaremos el tema del dinero, en ocasiones se da por entendido pero, una vez que comenzamos a tener una estabilidad como pareja las cosas pueden cambiar y puede existir casos en que uno de los dos integrantes de la pareja abusen del dinero del otro y que esto comience a reflejarse en otros aspectos como el sexual y emocional. Tanto en la exigencia de atención como en las valoraciones que estamos haciendo de nuestro compañero o compañera.

Dentro del libro se describen diferentes casos que han pasado por el consultorio de la autora, quien es psicoterapeuta familiar y de pareja, desde donde se describe a un hombre que se convierte en un vividor, la mujer joven que se casa con un hombre mayor, hasta lo que ocurre cuando, inesperadamente, se tiene que cambiar el rol de proveedor. Cada uno de ellos no solo ejemplifica una situación permite mostrarnos que gran parte de la problemática consiste en nuestra propia valoración emocional, la cual nos lleva no a tomar malas decisiones o elegir parejas equivocadas sino a repetir los esquemas que familiarmente tenemos aprendido.

A lo largo del texto nos invita a hacer una reflexión en el modo en que nos relacionamos con el dinero, cómo lo tenemos entendido, como influye este en nuestras relaciones, cual es el concepto que tenemos sobre la pareja; todo esto con el fin de que podamos enfrentar y manejar las problemáticas que surgen a partir de la construcción de nuestra autovaloración. Es decir, nos invita a trabajar no solo el contexto familiar o de pareja, sino principalmente en nosotros mismos.

Este libro es una lectura recomendable para aprender a darle un nuevo significado a nuestra valoración personal, de esta manera podemos ver de un modo distinto aquellas expectativas e ideales que construimos en nuestra pareja y que nos fueron enseñadas por la familia y el contexto social en relación con el dinero.

Título: “Las cuentas del amor”
Autora: Eda Lorna Venegas
Editorial: Grijalbo

10 ago 2011

“Sexo Sabio” de Antoni Bolinches

Hablar de sexualidad masculina obliga necesariamente a hablar de sexualidad de pareja, pues esta área es uno de los puntos más conflictivos que tenemos que tratar al momento si deseamos tener una pareja estable.

Antoni Bolinches es un terapeuta familiar y de pareja, además de ser sexólogo por lo que, en este libro, refleja la experiencia de su profesión ejercida a lo largo de los años. “Sexo Sabio” es, por un lado, un libro de autoayuda pues nos permite encontrar la manera de cómo mejorar nuestras relaciones a partir de la sexualidad pero además se convierte en un guía para quienes buscamos consolidarnos como una pareja estable. Este es el tema que el autor toma como eje para este texto, como mantener el interés sexual en la pareja estable.

El libro recorre todo el proceso que se lleva a cabo al comenzar a tener una relación, desde la perspectiva sexual, describiendo a la perfección cada uno de los problemas y conflictos que tanto el hombre como la mujer experimentan. Pone de manifiesto las dificultades que, en la actualidad el hombre experimenta pues una vez que se ha dado la liberación sexual de las mujeres ha comenzado un cambio no solo en los roles de género, también se ha manifestado dentro de la sexualidad de la pareja.

Dentro de su libro, Antonio Bolinches explica que la mujer, de ser un sujeto pasivo, ha comenzado a encontrar la manera llevar a cabo una sexualidad más madura que la presentada por los hombres gracias a la búsqueda que, como género, han realizado para disfrutar y ejercer su sexualidad, lo cual es uno de los puntos que el más destaca para hablar de la crisis en la que actualmente nos encontramos los hombres, no solo por perder el rol activo del sexo en la pareja, sino que al tambalearse la figura de hombre macho, que se medía por la cantidad de relaciones que tenía, ahora el hombre siente presión e inseguridad por buscar no solo su placer sino también el de la pareja y considerando que, culturalmente, no es algo a lo que estuviera acostumbrado refleja parte de los problemas que el hombre tiene para mantener relaciones sexuales de calidad con su pareja.

El texto es una guía completa para apoyar las crisis sexuales de las parejas que desean mantenerse juntas, no importando su edad. Nos da consejos que van desde cómo desarrollar juegos sexuales, alimentación adecuada para propiciar y mantener el deseo sexual, información sobre el estilo de vida que permite reducir los problemas de disfunción sexual degenerativa, entre muchos otros más.

Considero que su más grande acierto es que, si bien el texto busca dirigirse a quienes tienen una pareja estable, por la manera que describe cada uno de los capítulos que lo componen, el libro sirve como referencia para todos aquellos que deseen mejorar sus relaciones sexuales y, a través de ellas alcanzar el objetivo de encontrar su propia estabilidad. No deja de lado los problemas de pareja externos al sexo, pero se centra en este pues pone de manifiesto su conocimiento en esa área al saber que, tanto hombres como mujeres, fácilmente caemos en rutinas sexuales que pueden crear un deterioro en nuestra relación. Otro acierto del libro es plantear los diferentes caminos en que pueden terminar los conflictos sexuales de la pareja, ya sean estos su consolidación, misma que siempre se tiene que construir, o su separación.

El libro está escrito por quien se define como un humanista, pues cada una de las resoluciones que nos da, si bien podría terminar con la separación de la pareja, busca la manera de que esta se mantenga unida resolviendo y confrontando sus problemas en lugar de evadirlos,

La sexualidad en la pareja, por costumbre, no es siempre un tema a discusión y muchas veces es difícil reconocer y resolver cuando hay problemas en esta área, recomiendo, este libro para observar, prevenir y encontrar la manera de que las parejas que buscan ser estables, o que ya lo son, enfrente estos retos con herramientas adecuadas que les enseñen a tener, como lo describe Antonio Bolinches, un “Sexo sabio”.

Título: “Sexo Sabio”
Autor: Antoni Bolinches
Editorial: DeBolsillo
México 2011

Sexualidad Masculina

Ahora que he escrito sobre la infidelidad masculina no pude evitar reflexionar sobre lo que es la sexualidad masculina ¿Cómo se expresa?

Seguramente muchas mujeres han notado que existen hombres que para acercarse a ellas comienzan a “molestarlas” u hostigarlas de maneras ya sea sutiles o, a veces, de modos más agresivas. Esta figura va desde el hombre que molesta a la compañera de clase o de oficina haciéndole bromas o comentarios que hacen incomodarla hasta aquellos hombres que terminan estos actos en abusos físicos o sexuales. ¿Qué tienen en común ambas figuras?

El instinto sexual masculino lleva consigo una parte instintiva, pensemos en la sexualidad de algunos animales machos. Para copular con la hembra algunos de ellos pasan por un proceso de agresión con el fin de poder someterla, dicho proceso, cuando se es visto desde fuera, es decir, desde nuestra perspectiva racional, lo describimos y percibimos como algo violento. En ocasiones los delfines machos para al buscar la copula comienzan mordiendo a la hembra, caso muy similar al de los gatos quienes muerden por detrás de la cabeza con el fin de someter a la hembra.

Quizás no era necesario que yo volviera a hacer la comparación del instinto animal sobre el instinto sexual masculino pues, en ocasiones, esto en ocasiones se llega a utilizar de modo sexistas pero nos sirve para entender parte del comportamiento masculino.

El hombre sigue teniendo esa parte de instinto animal, pese a que sea un ser racional. Sé que pueden decir que hay quienes no lo expresan. Dentro del reino animal encontramos que existen algunos machos que compiten entre ellos ya sea por una hembra (o por varias) y por ser los líderes de un grupo o manada. Podríamos equiparar esto no solo a los hombres que para mostrar sin interés por una mujer están dispuestos a pelear con otro o a aquellos que en un grupo de amigos juegan de manera agresiva sin, aparentemente lastimarse. Pensemos en una situación más racional y que también está ligada a lo sexual.

Cuando un grupo de amigos se reúne, si alguien saca a la luz el tema de las mujeres pareciera que se entra en una sutil competencia donde se pode de manifiesto el número de conquistas, la calidad de relaciones sexuales o la experiencia en ese mismo terreno. Pareciera que nuestra capacidad racional transformo estas costumbres de competencia en un terreno más verbal. De existir en la naturaleza en aspectos físicos en las sociedades lo vivimos en el terreno de la palabra, es decir, aplicamos nuestra parte racional.

Por otro lado, cuando un hombre en vez de intentar acercarse a la mujer de manera agresiva lo hace de una manera más sutil, vuelve al terreno de la palabra. Hace promesas que puede o no cumplir, exagera situaciones con el fin de presentarse como ese hombre o macho que amerita o conquistará  el amor de esa pareja. Si, el hombre maneja un instinto sexual de la misma manera que ocurre en otras especies del reino animal.

Hablar del tema del instinto sexual es caer en un lugar común al comparar a los seres humanos machos con los de cualquier otra especie, lo sé. Sin embargo es una manera interesante de comenzar a hablar sobre este tema. El instinto es la parte más conectada a nuestra esencia animal, no podemos evitarla y negarla, existe en nosotros y podemos aprender a manejarla.

¿En qué otros aspectos consideran que el hombre expresa su instinto animal? ¿Consideran que en algunos hombres ha cambiado su comportamiento instintivo?

5 ago 2011

El camino de la infidelidad masculina (4ª Parte)

Cuando iniciaba la universidad tuve un profesor que nos hablaba sobre la relación que llevaba con quien era su tercera esposa. El rondaba los 60 años y decía que si había algo que les ayudaba complementar su relación era que a veces el o ambos tenían un amante ocasional de mutuo acuerdo. Contaba las anécdotas de como esta situación enriquecía su relación e incluso ayudaba a mejorar su vida sexual. Esta fue la primera vez que escuche sobre estos casos, parejas que en algún momento de su vida necesitan un amante para que su vida sexual no caiga en la monotonía.

A pesar de que conocía esta situación, no fue lo que me levo a ser infiel, nunca hubo un mutuo acuerdo con mi pareja para que esto sucediera, sin embargo si hubo un cambio en cuanto a nuestra vida sexual, si mejoro notablemente. Durante el tiempo que estuve casado con mi ex-esposa me bese con más de cuatro mujeres y solamente con dos de ellas tuve relaciones. De estos casos solo hubo uno en el que vi que la persona con la que estaba buscaba algo más, quería una relación estable, formal y aunque no decía explícitamente que esperaba que dejara a quien era mi esposa sus comentarios planteaba una posible vida juntos. Fue de quien más me aleje, no por no arruinar mi matrimonio, en ese momento yo quería terminar mi relación y aunque intente no ser discreto en estos encuentros, nunca logre que mi pareja se diera cuenta de lo que ocurrí, tiempo después termine esa relación.

Hablar de mi primer matrimonio es hablar de una relación que viví con una fuerte pasión inicial, pero que, como individuos me parece que nunca hablamos de algunos problemas que teníamos siendo pareja, asumo la responsabilidad de saber que hubo momentos en que yo no lo permití y tampoco lo busque, falto comunicación más clara, algo que entre parejas sucede mucho. Nunca fui infiel por vivir un infierno en casa o un aburrimiento abrumador, simplemente había cosas que no sabía cómo manejar y, en lugar de encontrar el modo adecuado de hablarlo, buscaba una salida. Siempre dije que lo mejor que le podía pasar a ella era que me dejará, eso cambiaría su esquema que venía repitiendo ser abandonada por los hombres. Al final se repitió su experiencia y yo repetí la mía, la abandone al no saber cómo manejar más la situación. A diferencia de relaciones anteriores, en esta ocasión, no había otra mujer de por medio.

He notado que en ocasiones un hombre empieza una relación solo por dejarse llevar por ese deseo y atracción solamente sexual, cuando esa llama comienza a extinguirse se va perdiendo el interés y no sabemos recuperarlo. Comenzamos a culpar a la mujer, sentimos que algo le falta y así comenzamos a buscar en otra lo que nuestra pareja ya no nos da.

Hasta antes de que se comenzará a hablar sobre el goce que puede llegar a tener y merece tener la mujer en la sexualidad, los hombres solamente recibían placer al llegar y eyacular llegando así, en teoría, al orgasmo masculino. En la actualidad, cuando se habla de incrementar el placer en la pareja, muchos hombres creen que solo con tener relaciones sexuales de mayor duración es como se puede satisfacer a su pareja creyendo que mejorando la cantidad de tiempo aumentamos el placer, cuando lo que enriquece la sexualidad es también la calidad, es decir, todo lo que implica antes, durante y después de tener relaciones.

Mi infidelidad se dio por no saber cómo manejar el tema de un cambio en nuestra vida sexual, aunque no fue esta la principal ni la única razón que motivo mi separación. Creo que en esta época, en que el placer sexual es un tema prioritario en las relaciones de pareja, debería de hablarse más sobre lo que hacemos en la cama, hablar sobre realmente lo que nos gusta, lo que no nos gusta, lo que nos permitimos hacer y lo que no, para ello necesitamos darle mayor importancia a nuestra vida sexual, como individuos y como pareja. El sexo ha sido un tema tabú en nuestra sociedad pero debemos retomarlo si deseamos que nuestra vida como pareja mejoré. Hay que identificar que podemos ser compatibles sexualmente y a veces no ser lo y que esto influye en la calidad de nuestras relaciones. Así como no somos capaces de llevar una relación con una pareja agresiva, hay que reconocer que una relación también se lleva por la compatibilidad sexual. Si no somos capaces de encontrar un equilibrio en nuestra cama, difícilmente lo tendremos en nuestra relación.

¿Creen que podamos dar terminada una relación solo por falta de compatibilidad sexual? ¿Deberíamos darle mayor prioridad a este tema en nuestras relaciones?

El camino de la infidelidad masculina (3ª Parte)


Se dice que, cuando uno está casado, “puede mirar sin tocar”, haciendo referencia a que se puede apreciar a personas que son atractivas y que pueden llamar nuestra atención, tanto en hombres como en mujeres, pero que por estar casados no puede llevar a las cosas a algo más. He notado que a nosotros los hombres nos gustan mucho estas situaciones, sobre todo si en ella podemos jugar con la coquetería.

Tanto a hombres como a mujeres nos gusta sentirnos deseados, saber que podemos llamar la atención de otros y serles atractivos, pero creo que el hombre es a quien le gusta llevar eso más allá, quizás me equivoque y no sea así y si suceda en ambos casos. Regresando al tema, una vez que estuve casado hubo un momento de mi relación en que me di cuenta que aún podía atraer a otras mujeres. Una parte de mí siempre ha sido muy torpe para saber identificar cuando atrae a una mujer, aunado al hecho de que no andaba por la calle buscando una relación pero, cuando comencé a identificarlo note como eso me resultaba agradable, me llenaba.

En ese momento comenzaba un acercamiento con quien sabía que le atraía y me atraía. No me gusta usar las pose de galán y llegar con las clásicas poses con frases como “¡Hola nena!” y cosas así. Siempre trato de llegar muy casual así, si es que tenía que pasar algo, se darán las cosas de manera natural, como si esa energía de atracción simplemente fluyera y se dejara llevar. En ese punto comencé a identificar más claramente una serie de patrones que, en mis relaciones anteriores lograba identificar.

Un hombre puede comenzar a hablar mal de su relación anterior para intentar realizar una nueva conquista, tiene la opción también de enaltecer el ego de la otra persona: “Contigo siento una conexión que no había sentido antes” frases que describen la manera en que esa atracción nos hace sentir pero que, por haber pasado por la parte intelectual, es decir, pensar lo que esa relación puede significar, nos lleva a interpretarla. Después de eso viene lo que yo llamo el drama humano de las relaciones, enrolándose en dos parejas a las cuales se les quiere o se les ama, aunque no por igual y que el hombre, en algunas ocasiones, no está dispuesto a dejar ninguna de las dos. En ese momento está, por un lado, el hombre disfrutando lo que tiene en casa y también lo que hay fuera de ella y por el otro lado la mujer que puede o no saber que existe una relación más pero que por esperanzas de encontrar al “hombre ideal” mantiene su fe viva de que algún día estarán juntos, dejará a la otra persona, etc. Drama humano al final, haciéndose a la idea de algo que, a veces sin más fundamentos que una promesa al aire, no sabemos si realmente sucederá.

Culturalmente el hombre es capaz de llevar estas relaciones sin importarle, hay muchos casos de quienes se casan en uno y otro estado con el fin de tener “en cada puerto una mujer”. Situación que a mí en lo personal me resulta tediosa, aburrida y totalmente innecesaria. Tan fácil que podría ser decir “si, se que estas casado, se que nos atraemos y no deseo nada más que acostarme contigo”. Pensaba que este tipo de situaciones solo ocurrían cuando uno era soltero, que una mujer y un hombre desearan sexo casual, pero durante mi matrimonio descubrí que también podía suceder.

No me enrole en relaciones donde prometía las perlas de la virgen y bajar la luna y las estrellas. Cuando identificaba que había mujeres que estaban buscando una relación más formal, sería y duradera, simplemente me alejaba. Pero en un par de ocasiones me encontré con esos casos de mujeres que están dispuestas a esos encuentros casuales y fue la manera en que decidí ser infiel. Porque serlo es una elección, no una obligación. Quería ser infiel solo por tener una aventura no por iniciar una nueva relación.
Para ustedes ¿Qué será lo que lleva al hombre ser infiel? ¿Será solo la cultura la que influye para relacionar el acto sexual con una relación formal?

El camino de la infidelidad masculina (2ª Parte)

Cuando hay atracción entre 2 personas esta se percibe en todo el cuerpo, es como una fuerza que, literalmente, nos atrae hacía esa persona. Lo notamos por la mirada, actitudes que tomamos hacía la otra persona, la manera en como atraemos su atención y por la “conexión” que llegamos a sentir hacia ella. Se le puede llamar amor, deseo o solo atracción, ¿De qué depende? De la finalidad que queramos ponerle a esa relación.

A excepción de unas dos o tres ocasiones, todas mis relaciones han tenido un inicio muy intenso, al grado que el mismo día que conocí a mis parejas es cuando comenzábamos la relación. Aunque suene poco creíble yo sabía que iba a casarme con quien fue mi ex desde el primer día que la conocí, curiosamente también sabía que terminaría separándome de ella, porque la intuición también es un atributo masculino, no como la sociedad nos ha hecho creer que pertenece solo a las mujeres.

Antes de continuar contando algunas partes de mi vida más actual, me remontaré a mi pasado. Recuerdo que mis primeras relaciones comenzaron, cómo lo comente, de manera muy rápida. Sentía la conexión con la persona, eso que llamamos química es fácil identificarla en el cuerpo, es como si la parte alta de nuestros pulmones se llenará, al mismo tiempo algo desde nuestra espalda nos hace ir hacia delante, nos atrae a esa persona. Se percibe la emoción y el agrado de estar con ella, si, es una conexión. He de confesar que esto mismo lo he sentido con varias amigas pues, como lo comente unas entradas atrás, mi círculo de amistades es mayormente femenino. ¿Cual es, entonces, la diferencia entre una amiga y una pareja? En realidad ninguna. Existe un dicho popular que dice que “un hombre y una mujer no pueden ser amigos”, porque siempre va a ver algo que los atraiga. En efecto, ese algo que nos atraiga es esa conexión.

En muchas de mis relaciones anteriores percibí la conexión claramente, es eso a lo que nosotros llamamos estar enamorado ¿Se puede uno enamorar desde la primera vez, a primera vista? Quizás no enamorar pero si sentir amor. El día que iniciaba una relación tenía ese sentimiento lo que me hacía darme cuenta de que ahí podía existir una relación, algo más que una amistad, por eso todo comenzaba ese mismo día, ¿para qué perder el tiempo? Sin embargo, también note que me era muy fácil dejarme llevar por dicha sensación, tan era así que cuando conocía a otra persona que me hacía experimentar una sensación similar iniciaba una nueva relación. En aquel entonces una parte de mi no deseaba ser un machista y aprovechado por lo que si veía que podía iniciar una nueva relación, aunque no la llamará novia, terminaba la relación que previamente había comenzado sin decir, obviamente, los motivos por los cuales estaba terminando.

Me hubiera sido fácil ser infiel en ese momento, pero no era algo que me interesaba. En ese punto no contemplaba yo estar siendo infiel porque, desde mis perspectiva, estaba dando un trato justo a cada relación, porque la terminaba cuando veía que había iniciado otra, en ese momento esa era mi visión. Una vez que estuve casado cambio mi visión.

No pienso caer en el cliché de hablar de la manera en que se deterioro mi relación, creo que sería lo más fácil de hacer, en especial porque considero que lo que me hizo caer en la infidelidad fueron otros factores. El hartazgo, la rutina, los problemas económicos, la falta de deseo sexual y todo aquello que se les ocurra, son temas que dentro de la pareja se pueden solucionar cuando hay disposición de dialogar e interés por la relación. En la siguiente entrada hablaré de cóo fue infiel durante mi pasado matrimonio.

¿Cómo han sentido experimentado ustedes esa atracción o química hacía una persona? Quizás es una pregunta muy común pero ¿creen que pueda existir amistad entre un hombre y una mujer sin que exista un deseo de por medio?

2 ago 2011

El camino de la infidelidad masculina (1a parte)


Todo empieza por tener una rutina, uno se adapta a ella y comienza a olvidar esos detalles que enriquecen una relación, no me refiero a los detalles que hacen que una relación se mantenga viva. No solo es recordar fechas y tener atenciones mutuas es, también, el juego sexual, encontrar la manera de romper con la rutina y enriquecer cada uno de los momentos del día. Es difícil, uno se encuentra con el hartazgo, el cansancio físico, mental y lo único que buscamos es algo que nos satisfaga de manera personal. Al ser nuestra pareja, parte de esa rutina, comenzamos a buscar, en otra mujer, lo que en casa ya no sabemos cómo cambiar, aunque la visión masculina es que no nos dan algo nuevo, la realidad es que tampoco buscamos modificarla nosotros.

Se dice que un hombre busca tener de pareja a una dama pero que también sea una puta en la cama. Es cierto, buscamos a una mujer que sea sensual, atractiva y que sepamos que podemos encontrar satisfacción sexual mutua, cuando la rutina nos invade, entonces el panorama comienza a cambiar y lo que ya no logramos tener en casa comenzamos a buscarlo fuera de ella.

Me enfoco en los hombres por ser el caso que mejor conozco (por obvias razones) aunque considero que es algo que puede suceder en ambos sexos.

He notado que nosotros los hombres, en ocasiones, comenzamos el proceso de infidelidad como si estuviéramos iniciando una nueva relación, hacemos todo el proceso de cortejo para conquistar a la persona. Cuando tenemos una relación y comenzamos a seducir a otra mujer lo más sencillo es apelar al lado tierno, hablamos de todo aquello que no nos gusta, en ese momento, de nuestra pareja. Nos quejamos, mostramos lo que sufrimos y a nuestra nueva conquista le damos el papel de la mujer que realmente nos puede entender. El siguiente paso es mostrar que también puede convertirse en la verdadera puta que nos puede satisfacer en la cama.

En este punto olvidamos que lo que realmente nos está atrayendo a una nueva relación es laa pasión por lo nuevo, ese gusto por jugar con algo que esta, hasta cierto punto, prohibid. Para ellos influye el contexto cultural; socialmente en el hombre no es mal visto que existan este tipo de relaciones extramaritales, pues en nosotros es “normal” que suceda, a veces las madres lo solapan, lo más común es que entre amistades sea no solo permitida sino hasta incentivada.

Nos mostramos como los grandes conquistadores, los grandes amantes, es natural que, cuando hemos perdido el interés y el deseo sexual en nuestra relación y en nuestro hogar este se incremente y potencialice en una nueva relación. Podemos mostrar esa virilidad que nuestra esposa, por ser eso esposa no amante, ya no es capaz de hacernos sentir o expresar.

El hombre, entonces, conquista a la amante como si esta fuera a ser no un escape de la relación rutinaria y monótona, sino como si esta se fuera a convertir en la nueva y única relación. En ocasiones, el hombre no sabe conquistar a una mujer sin tener que balarle, el sol, la luna y las estrellas. Es por eso que existen hombres con polígamos. ¿Qué sucede con la mujer en estos casos?, no lo sé de cierto, podría suponerlos, pero no es el fin de este espacio, aquí solo trato lo que he visto y vivido.

Cuando comencé a escribir pensé que podría hablar del tema en una sola entrada del blog, me doy cuenta que no, las razones por las que un hombre es infiel van más allá de lo socialmente permitido o de la rutina en casa. Puede existir un consenso entre hombre y mujer, es decir, no tener que inventar toda una historia de crear una nueva relación, sino simplemente aceptar y asumir que es una relación que solo busca sexo y nada más. ¿Qué me ha hecho ser infiel? Eso lo comentaré en la siguiente entrada.

Para escribir esta entrada me centre en estereotipos muy clasicos ¿Qué otros motivos podrían decir que hacen que un hombre sea infiel?