11 sept 2016

Ser hombre, Ser Padre

Tener un hij@ viene de muy diferentes situaciones, hay quienes tienen hijos por falta de precaución, hay quienes los tienen por adopción y hay quienes lo tienen por decisión. Ser padre y madre implica un acuerdo que conlleva mucha comunicación. Para mí fue abrirme y mostrarme tal cual soy, ella hizo lo mismo, nos conocimos, quisimos y amamos de una manera tan intensa que llegamos a vernos a profundidad y eso permitió que ella logrará ubicar y reconocer actitudes, comportamientos y costumbres en mi que no quería en su vida cotidiana, que no podía fácilmente tolerar en una pareja sin vivir en una constante discusión y conflicto. Es verdad, muchas parejas tradicionales, contemporáneas, modernas, etc, etc, etc; viven de esta manera y encuentran sus distintos canales de comunicación que les permiten llevar esta relación pero, ¿no se podría pensar en otro tipo de relación que nos ayudara a evitar conflictos y discusiones fuertes?

No se trata de idealizar una relación que este exenta de este tipo de situaciones, por el contrario, siempre existe una manera de resolver la situación. Eso fue lo que dio a pie a que mi pareja y yo dialogáramos sobre ese tema. Ver que no sólo en cuestiones de personalidad, también en cuanto a planes a futuro, no teníamos un camino que fuera, ya no en conjunto sino, cuando menos, en paralelo, nos hizo tomar una decisión que cambiaría nuestras vidas. Ser padre y madre por elección pero sabiendo que no seríamos pareja y que, además, viviríamos en distintos países.

Conozco varios casos en la ciudad en que vivo que los padres intentaron una relación "formal" o "estable", cuando supieron que estaban embarazados. Eso implicaba vivir juntos, hacer una vida, formar una familia tradicional (padre, madre, hij@; todos bajo el mismo techo) y que, por la razón que fuere, terminaron separándose. La situación llegaba al mismo punto, padres viviendo en una casa, madres en otra, con poca o nula comunicación entre ellos. A veces en el mismo país, a veces no; comunicación nula o esporádica, un fuerte vínculo con la/el hij@, pero no siempre existe una interacción familiar entre los tres. En ese sentido los niños se ubicaban en dos familias, la de casa de su papá y la de la casa de su mamá.

Ella y yo, al tener esta plática y decidir ser padre y madre separados, reconocimos nuestros defectos y virtudes. Admiramos lo que cada quien podía aportar a nuestro hij@ y, al mismo tiempo, sabíamos que eran cualidades en cada uno. De la misma manera aceptamos aquello que nos separaba como pareja y que, en corto, mediano o largo plazo; terminaría por lastimarnos. Bajo esta perspectiva fue que no sólo pensamos la posibilidad de ser padres sino que decidimos llevarlo a cabo.

Una vez confirmado todo, nuevamente volvieron a salir a la luz algunos de nuestros conflictos, hablando se fueron resolviendo con el fin de vivir una de las etapas más hermosas en la vida de ambos, el embarazo. Al saber que no había una relación "tradicional" que nos uniera, acordamos no buscar ni tener ninguna relación fuera de ese vínculo hasta que el niño naciera (si, para ese entonces ya sabíamos el sexo), lo cual nos permitiría poder disfrutar y tener esa cercanía que ayudaría a que el embarazo fuera esa experiencia de mucho apoyo, acompañamiento y ternura que se requiere, principalmente por la madre. Algo que, en lo particular quería también vivir.

Poder compartir ese tiempo con esa pancita que, desde que conocimos el sexo, ya llevaba nombre, nos permitió tener un acercamiento más profundo y sensible como individuos. Ayudó a conocernos de una manera en que, previamente, quizás no habíamos considerado. Para mí era importante nutrirme de todo ello pues sabía, según el acuerdo al que habíamos realizado, que llegado el momento, el pasaría más tiempo con su mama en su país natal que conmigo. Esa era la importancia que tenía para mí crear ese vínculo con ambos, para que se sembrara fuertemente y pudiera dar frutos contantes en comunicación e interacción a pesar de la distancia que podía existir entre los tres.

¡Si, leíste bien, entre los tres!

A partir de que el pequeño nació y comenzamos a ver cercana la fecha en que ellos partirían a otro país sabíamos que seriamos una familia rara, pues asumíamos que los tres en conjunto somos eso: una familia, así no vivamos cerca ni en el mismo país y que quienes se conviertan en nuestras parejas formarían una nueva familia, complementaria a esta que ya hemos conformado.

En todo este panorama he pasado por varios momentos emocionales. Desde una fuerte decepción al sentirme rechazado por una pareja. Quizás ese sea uno de los miedos más recurrentes y comunes, que uno no sea lo suficientemente bueno para la otra persona. Ya lo había dicho en otra entrada, los hombres buscamos hacer todo lo que sea posible para mostrarle a la otra persona que somos la pareja ideal y, cuando eso no funciona, podemos recurrir al chantaje o a la compasión para despertar ternura y, a su vez, algo de amor. Aunque no siempre funciona. Uno lo que más debe de hacer es ser congruente consigo mismo y con los demás, aceptar las derrotas y aprender de ellas, no lamentarse ni culpar a nadie más. Eso puede enriquecer mucho su crecimiento y, como fue en mi caso, ayuda a. Exhortar la comunicación con la(s) mujer(es). Enfrentado el mayor temor ¿qué es lo peor a lo que nos podemos enfrentar?

Desde luego que también he experimentado una inmensa alegría, no solamente por saber que, un deseo que venía buscándose en anteriores parejas, tanto por ella como por mi, ahora se veía realizado de una manera tan natural, amorosa y mágica. Eso venía acompañada de una sensación de libertad, esa libertad que me lleva a realizar sueños y deseos que hace mucho he querido realizar y que siempre he encontrado un pretexto para postergar (casi siempre el familiar o el amoroso). Se trata de encontrar una vida que permita conocer ese equilibrio personal que tanto he buscado y que me ayudara a servir de ejemplo a ese pequeño en el cual, ya desde ahora, sé que he comenzado a dejar huella.

Agradezco a su mamá, esa mujer tan hermosa y amorosa que decidió seguir este camino por darse y darme la oportunidad de tener tan bello regalo de la vida y el universo.

Por ella, por él y por quién venga es que elegí ser padre, es por quienes decido ser diferente, hoy opto por ser nuevamente yo con ell@s.

8 sept 2016

Breve recuento del silencio

Cuando comencé este espacio mi intención era solamente hacer un espacio terapéutico que me permitiera reflexionar, desde mis experiencias pasadas, que ocurría en un conflicto con quien en ese momento era mi pareja. Los primeros resultados obtenidos de este blog fueron algo inesperado, principalmente por ser comentarios de mujeres que decían poder comprender mejor a sus parejas a partir de mi experiencia. Abrí pues un diálogo que dio la oportunidad de colaborar con una participación en una columna de una periodista, conversar con algunas estudiantes de Maestrías de Género y con personas que vieron situaciones similares a las que habían vivido sus parejas pero que no se atrevían a confesar o hacer público. Esto último se que no es nada fácil, por ello este blog siempre fue anónimo. 

Fueron tantas pláticas y conversaciones, intercambios que se dieron tanto aquí como en Twitter que siempre busque la opción de poder tener un diálogo similar con hombres. Hasta el momento no ha sucedido. Este vacío comunicativo con quienes podían enriquecer, cuestionar, reflexionar más a fondo estos temas, hasta la fecha, aún no ha ocurrido. No importa la nacionalidad, los hombres seguimos ocultando nuestros sentimientos y todo aquello que sea personal e íntimo en los círculos sociales, sobre todo cuando estos son con nuestros pares de género. Esto dio pie a poder comentar el espacio con mis círculos cercanos (nuevamente, en mayoría mujeres), ya fueran amistades o parejas. En algunos de ellos trajo interesantes reflexiones, en otras discusiones pero también aclaraciones. Todos estos intercambios comenzaron a generar varias ideas para transformar este espacio ya fuera en un artículo académico, una tesis, un libro semi autobiográfico o cualquier otra cosa.  

Los textos aquí presentados también fueron compartidos con algunos hombres, sin embargo no tuve la misma respuesta que con las amistades. Siendo justos, en cuando menos dos casos la relación entre nosotros cambio, se hizo más fraterna, afectiva y cercana, tal y como lo son mis amistades con mujeres, en el resto de casos no hubo si quiera un comentario sobre este trabajo. Si era algo que me servía como terapia, que lo siguiera haciendo, nunca pasó de ahí. 

Por más que quería regresar a esta plataforma, no sentía el impulso ni la motivación para hacerlo, era como si hubiera perdido un espacio y no supiera como recuperarlo, en parte por esta falta de retroalimentación y, por otro lado, por cuestiones sumamente personales. Tenían que pasar unos años, vivir esta experiencia, aprender a reencontrarme conmigo mismo, saber que es lo que quiero, cuál es el camino que deseo seguir y sentar las bases para hacerlo. Todo esto trajo un silencio y vacío en este espacio de 4 años. 

Ideas pasaron por la mente, actitudes y formas de comunicarme que identifique como situaciones que se tienen que pulir, mejorar, refinar y, en algunos casos, erradicar. También hubo vivencias y creencias que se confrontaron, se recrearon y renacieron con el fin de poder seguir firmes con esta idea de cambiar el rol que fue asignado por la sociedad.  Me queda claro que, en este momento, no lo rechazo pero si busco vivirlo de una manera total y completamente diferente a como me la enseñaron, cuando menos en mi familia, eso ya será un primer paso de crecimiento.

Llevar a cabo este tipo de decisiones siempre vienen acompañados de cambios personales que sirven de catalizador e impulsores de movimientos personales, tanto internos como externos. Si bien hay varios momentos de nuestra vida que nos cuestionan y ponen en evidencia más a fondo lo que somos, lo que transmitimos y lo que queremos mostrar y compartir en el mundo el convertirse en padre es quizás el momento que más me se cuestiona uno lo que quiere enseñar y lo que es capaz de compartir con su hijo o hija desde la experiencia con nuestra familia nuclear. Sé que no siempre se analiza ni cuestiona que de lo que aprendimos con nuestro padre y nuestra madre queremos reproducir y que no, sin embargo en mi caso y en mis condiciones, si dieron pie no sólo a cuestionar mi rol como hombre sino que e implica ser familia. Aunque eso lo profundizaré en otra entrada. 

Así, una vez que he comenzado este camino de la paternidad, regreso a este espacio para compartir mi experiencia y, quizás por fin, transformar en algo más este blog.

¡Gracias por llegar aquí, por seguir aquí o por regresar al blog!